Los cambios suelen llevar asociados riesgos, a los cuáles debemos hacer frente con conocimiento adecuado. En el caso de la tecnología, los cambios en nuestra forma de obrar son evidentes: comunicación hipertextual, acceso a información inmediata, interacción a nivel global...
Nuevas formas de hacer conllevan nuevas formas de ser. Reconstruirse supone afrontar nuevos retos y asumir riesgos desconocidos.
Por ello, cuando empezamos en el mundo de la tecnología, conviene usar un mapa de las "trampas" que nos vamos a ir encontrando en nuestro camino.
Como se expuso en la entrada anterior, los riesgos de las nuevas tecnologías son el uso de contenidos inapropiados, contacto con desconocidos, amenazas a la privacidad, aislamiento social, dependencia y adicción e incluso riesgos neurológicos.
Esta recopilación no es exhaustiva y algunos riesgos son más importantes que otros dependiendo de muchos factores como la edad, el nivel experiencia o la situación social.
Uno de los riesgos más frecuentes entre los jóvenes suele ser el uso de información falsa obtenida a través de Internet. Por alguna razón, Internet es el santuario de la información para los jóvenes y, tal y como ocurrió con la televisión entre la generación de los 80, todo lo que dice Internet "debe ser verdad". A pesar de conocer la existencia de los bulos o "fakes", muchos individuos conceden un alto grado de veracidad a la información ofrecida en la Red. Si a esto se une el exceso de información, la infoxicación, que oculta y oscurece la información realmente veraz tenemos un gran "festival de la confusión".
El contacto con desconocidos preocupa especialmente a los cuerpos de seguridad, por el riesgo de contacto real con menores, pero es igualmente preocupante entre adultos. De nuevo, Internet se convierte en un lugar sagrado para el contacto social olvidando la precaución ante los desconocidos y que la identidad de la Red es fácilmente manipulable. Esta ingenuidad permite estafas comerciales, pérdidas de privacidad, acosos, raptos y sobornos por la simple creencia de que lo mostrado en Internet es "indudablemente cierto".
En esta ingenuidad los individuos descuidamos la información ofrecida sobre nuestra vida, familia, trabajo y personalidad sin pensar quién puede hacer uso de ella. Las redes sociales están llenas de información confidencial sobre nosotros, como fotos, datos y enlaces que permiten reconstruir en pocos minutos muchos aspectos privados e incluso una vida entera. Estos datos, en las manos equivocadas, provocan peligros de extorsión, acoso comercial y riesgos de robo. Además, conviene no olvidar que los departamentos de recursos humanos ya analizan el perfil digital de sus candidatos para seleccionar de una forma más fiable a los más idóneos.
El mapa para evitar estos riesgos pasa por una correcta alfabetización digital, que consiste en formarse en el uso de las nuevas tecnologías para conocer la realidad tras ellas. Afortunadamente, Internet ofrece muchas fuentes de información fiables al respecto y conviene dejarse guiar por organismos oficiales y con cierta garantía. Es nuestra intención ofrecer en estas páginas alguno de ellos y de esta forma ayudar a evitar que las nuevas formas de hacer dañen nuestra genuina forma de ser.
J. Carlos Avendaño
Padre, profesor y blogger
J. Carlos Avendaño
Padre, profesor y blogger
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